La Danza Oriental

La Danza del Vientre es tan antigua como la civilización Egipcia. Las sacerdotisas danzaban para el faraón y pedían por el bienestar de su pueblo a través de sus sensuales bailes.

Los ochos, círculos, movimientos de brazos y cadera nos reconcilian con nuestra esencia femenina y elevan nuestro espíritu.

Como cómplice perfecto, la música árabe parece estar escrita para ensalzar a la mujer, así, la bailarina representa el latido del Universo con su cuerpo, con sus gestos, con su alma. Nos realzan los trajes, vestidos de las "Mil y Una Noches", con sus bordados de lentejuelas, sus gasas y sus vivos colores.

La Danza Oriental nos conecta con la belleza y la alegría que llevamos dentro.

¿Quién puede practicarlo?

Somos muchas las que dudamos, las que por inseguridad no nos atrevemos y nos preguntamos: "¿seré capaz? No. eso no es para mí. ¿con este cuerpo!". Nada más lejos de la realidad. En la Danza Oriental lo que cuenta son nuestros sentimientos, nuestra esencia femenina, nuestro poder creador. Cuando bailamos sonreímos y esa sonrisa nos hace niñas sin importar nuestra edad. Nos mostramos coquetas, traviesas, inocentes, caprichosas, dulces. Cada mujer tiene algo en su interior por descubrir y esa es la búsqueda que el camino de la Danza ofrece. Eses tesoro es único y podemos ser capaces de expresarlo, como un regalo para los demás y para nosotras mismas, con un sencillo movimiento suave de manos o con una mimosa mirada. Establecemos una estrecha relación con nuestra Pelvis, tan olvidada por muchas de nosotras por condicionamientos sociales, y donde reside nuestra esencia femenina, nuestra fuerza creativa.

Mover las caderas nos hace sentir más seguras, reconciliadas con el mundo y ¡tan hermosas!...